Arnon Grunberg
La Razon,
2004-04-12
2004-04-12, La Razon

Arnon Grunberg ironiza sobre el físico en Cómo me quedé calvo


Marta Borcha


-Apuesta por una literatura entretenida y divertida? -Mis libros no tienen una misión humanista detrás, pero no me gustaría tampoco que fueran un pasatiempo, no voy a competir ni con la televisión ni con el mercado del ocio. Mis ambiciones van más lejos, aspiro a que la lectura de mi novela consiga que el lector se sienta diferente. En la actualidad, los medios de comunicación nos dan una imagen bastante uniforme de cómo debemos vivir, sobre qué es la felicidad y dónde la vamos a encontrar, y yo espero que los que lean mis libros de alguna forma salgan de esa visión tan limitada. La gente establece un entorno de felicidad alrededor suyo, con la familia, el trabajo, tos triunfos, y yo aspiro a que los lectores comprendan que el afán de ser felices no es el último objetivo de la vida.

-Por ejemplo? -Veo una tendencia en el mundo occidental a considerar el ser feliz como un derecho y si no lo eres acudes a un psiquiatra o tomas antidepresivos, pero yo creo que no es el único estado en d que debemos vivir. Creo que hay que asumir que la melancolía o la tristeza son válidos como estados anímicos. El estar solo, por ejemplo, no es tan grave.

-Reivindica el humor.
-Me tomo la escritura muy en serio, pero necesito ver mi forma de ser y las situaciones en las que me encuentro con sentido del humor. El humor es una forma de enfrentarse a la vida cotidiana. La ironía ayuda a la autocrítica y es una manera de ser consciente de tus limitaciones y ridiculeces.

«En Occidente se cree que ser feliz es un derecho», afirma el escritor holandés

La expectación de este «Cómo rae quedé calvo» es doble, Por cómo se publicó y por su argumento. Se publicó por primera vez bajo seudónimo. Su autor llegó a inventarse una identidad ficticia que incluía datos y fotografias. El hilo conductor, donde reside toda la carga critica de la novela, es el otro foco de atención su protagonista sufre alopeda y el trauma de un pene pequeno. «Se presta demasiada atención a la apariencia», dice Amon Grunberg.

Madrid- La historia de «Cómo me quedé calvo» (Tusquets) la protagoniza Marek, un solitario y joven estudiante de filosofía vienés que se lanza a la búsqueda de una amor salvaje y apasionado. Junio a la incesante caída de cabello, Marek se enfrenta a un traumático descubrimiento: el minúsculo tamaño de su pene. Superar su defecto físico, conquistar ese «amour fou» del que hablan los surrealistas y aguantar a una familia como la suya, con una madre hipersensible y casi ninfómana, y un padre incapaz de mostrar su afecto, son los desafíos pendientes del personaje que ha croado el escritor holandés Amon Grunberg (Amsterdam, 1967). La novela, un «bestseller» en su país, fue publicada en Holanda bajo el seudónimo de Marek van der Jagt

-Por qué un seudónimo? -Quería ver la reacción del público ante la novela sin que supiera que yo era el autor para así evitar los celos de los editores, ya que este libro lo publiqué en una editorial diferente a la de mis cinco nuveias anteriores. Por eso me inventé una biografía para Marek, un personaje tímido, estudiante de filosofía, que concedería las entrevistas por fax. Adquirí incluso un apartado de correos en Austria, un correo electrónico y pedí una fotografía a un conocido para que se convirtiera en la imagen de mi personaje de ficción. Pero al final me descubrieron.

-Qué tiene de autobiográfica su novela? -Los reflejas biográficos empezaron con mi primera novela «Los lunes azules» y continúan con ésta. No he vivido las cosas que le suceden al protagonista de «Cómo me quedé calvo» pero ésta es un reflejo emocional de mi persona, de mis estados anímicos

-La pérdida del cabello y la preocupación del tamaño de los genitales son el hilo conductor de su libro.
-Refleja la situación social en la que vivimos, en la que se presta demasiada atención a la apariencia exterior. Hay una anécdota detrás de ello. Conocí a una mujer que tuvo una relación con un hombre y al meterse en la cama con él descubrió que tenía un pene tan pequeño que le provocó un anticlímax. Me sorprendió que le diera tanta importancia y como no conocía ningún libro que hubiera tratado ese terna, me puse a escribir.